Hay varios motivos por los cuales los hombres son reacios a denunciar cualquier tipo de maltrato, sea físico o psicológico, estos que paso a enumerar son algunos de los muchos motivos existentes:
Ausencia de apoyo legal: Sí bien hay leyes específicas de protección hacia la mujer, como la sobradamente conocida Ley Integral de Violencia de género (LIVG), que no protege a “la víctima” en general sino a la víctima de sexo femenino; sin embargo el hombre no se encuentra amparado por una ley específica, por lo que el castigo es muy diferente si el delito lo comete un hombre sobre una mujer que a la inversa.
Ausencia total de recursos a disposición del hombre maltratado: El teléfono de atención a la víctima de maltrato de género está única y exclusivamente al servicio de las mujeres maltratadas, pero si un hombre intenta utilizar este servicio recibe un rotundo No por respuesta, pero entonces la pregunta es ¿dónde debe llamar un hombre maltratado? Los hombres tienen vetada la utilización del 016, pero además no tiene ninguna alternativa.
Negación del problema: “yo no estoy siendo maltratado” la sociedad, a pesar de ondear la bandera de la igualdad, no acepta la figura del hombre “débil”, en el fondo aun creemos en las figuras del guerrero y la princesa indefensa; el niño es el bombero y la niña la rescatada, aún hay padres y madres que dicen a su hijos “tienes que cuidar y proteger tu hermana”, por lo tanto “proteger a un hombre” no se ve como una necesidad social.
Debemos despertar a la realidad de que hay, lamentablemente, hombres y mujeres violentos y también hombres y mujeres víctimas, pero que la ley solo protege a una de las partes de este binomio.
Debemos despertar a la realidad de que hay mujeres bomberos y también hay hombres amos de casa; que hombres y mujeres pueden criar a sus hijos y que hombres y mujeres pueden ser verdugos y víctimas.