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cache_2459775511Cuando una pareja con hijos se separa comienza, en la mayoría de los casos, un largo camino judicial donde los progenitores “pelean” por sus hijos, esta es una constante en casi todos los países del mundo. Lo que diferencia a España de la gran mayoría de países del llamado “Primer Mundo” es que la “lucha” es terriblemente desigual.

Muchas mujeres en el momento de la separación, piden la custodia exclusiva de sus hijos, consiguiendo así una pensión alimenticia en favor de los hijos que gestionan ellas sin rendir cuentas a nadie, y el uso exclusivo de la vivienda familiar, que en muchos casos el padre sigue pagando, atrapado así durante años en una pobreza económica de la que no consigue salir; además de todo esto, que por sí solo ya es una verdadera aberración, convierten a los padres en meros visitadores de sus hijos.

Y ¿qué pasa en el tiempo que transcurre, que a veces dura meses, entre la separación de hecho y que el juez dicte una sentencia judicial? Pues que si la madre quiere impedir que el padre vea a sus hijos puede hacerlo, sin que la legislación vigente proteja los derechos de los padres a ver a sus hijos, ni los derechos de los hijos a ver a su padre; es decir, en este tiempo los padres y los menores  sufren una desprotección absoluta.

Pero ¿cómo permite el legislador está injusticia? Pues aquí se produce un hecho difícilmente comprensible y aceptable, si bien numerosas leyes de nuestro país promulgan y defienden la igualdad entre hombres y mujeres, no hace lo mismo con padres y madres. Por un lado se defiende que hombres y mujeres somos iguales -hecho que no dudo- pero por otro lado se entiende que el papel de las madres es más importante que el de los padres, de un modo aberrante se entiende que no se puede separar a un menor de su madre pero sí se puede separar de su padre.

¿Dónde está papá? Es una pregunta que se hacen miles de niños en este país y ni la responden estas “madres” ni la responden los jueces, ni la responden las leyes.

No avanzaremos hacia una sociedad igualitaria hasta que ésta en su conjunto no entienda que las “madres” no tienen, no tenemos, la exclusiva en el amor a nuestros hijos. No podemos pedir a los padres que asuman la responsabilidad de mantener a sus hijos y al mismo tiempo mantenerlos relegados a un segundo plano como si fuesen un mero accesorio.

Padres y madres tienen igual relevancia en la vida de sus hijos.

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